Trampa y deshonestidad
Es común creer que hacer trampa es parte de un análisis de costo/ beneficio y que algunas personas con sólida moral se resisten a las malas prácticas porque sus costos valoricos son más altos.
Dan Ariely junto a otros colaboradores, han diseñado un experimento para demostrar que todos somos somos honestos y tramposos a la vez y actuaremos de manera honesta o tramposa dependiendo de la intensidad circunstancial de nuestras motivaciones intrínsecas y condiciones ambientales.
Para demostrar lo anterior, diseñaron un juego donde los participantes se sentaban frente a un monitor que tenía 20 puntos y debían identificar en cual lado del monitor había mayor concentración de puntos.
Para distorsionar las respuestas, el participante recibía un pago diez veces más grande cuando escogía el lado derecho del monitor, sin importar si la respuesta era correcta o incorrecta. Con el pasar de los turnos, los participantes cayeron en cuenta de que recibían más dinero si escogían el lado derecho, sin importar si estaban en lo correcto o no.
La gente con un auto concepto más honesto, comenzaban haciendo trampa esporádica en las etapas iniciales del experimento. Pero llega un momento en que casi todos los participantes adoptan una estrategia de hacer trampa, en cada turno, sistemáticamente.
A medida que el juego se prolonga, los participantes se ven forzados a enfrentarse con su deshonestidad, es a partir de este quiebre en cual se admiten tramposos, donde adoptan la estrategia de trampa sistemática en cada turno. En el ámbito de la dieta esto se conoce como el “what a hell effect” ( Baumesiter and Heatherton 1996; Polvy and Herman 1985).
En ambientes no supervisados o impunidad, es muy probable que aún personas con sólida moral coqueteen con la deshonestidad. Luego llega un punto en que el cúmulo de los actos, se hacen incompatibles con un auto concepto de persona honesta, por lo cual deben cambiarlo y reconocerse como tramposos. A partir de este punto, las malas prácticas se sistematizan.
Esto es una explicación para el escándalo de emisión masiva de boletas ideológicamente falsas, sin distinción del espectro político chileno. La mala noticia es que después de tantos años ya deben haber formado un auto concepto de deshonestidad, por lo que realizar futuros actos deshonestos será muy natural.
Saludos,
PMS